Hace unos años todo se veía en blanco y negro, tanto la televisión, como la ropa que se vestía, como los pensamientos, como a las propias personas. Si no eras como la sociedad marcaba, como el resto de las personas, te tachaban de extraño y te recluían como si de un animal se tratara.
Pero de repente, un rayo de luz entró en nuestro mundo y lo llenó de color. De repente, cada persona comenzó a sacar el color que verdaderamente llevaba dentro. Unos eran amarillos, otros verdes, otros azul cielo, otros grises, otros morados, otros rosa pastel, otros naranjas... y así hasta formar todo un arco iris de colores muy diferentes.
Hoy en día, los alumnos que llegan a las escuelas son cada vez más diversos y de colores con infinitas tonalidades. Es por ello que como docentes debemos estar preparados para saber trabajar sus diferencias y poder reforzar las virtudes de cada uno de ellos. Debemos educar a nuestros alumnos bajo la igualdad, la inclusión social y la integración en la escuela para que desde la edad temprana comprendan que todos y cada uno de nosotros somos discapacitados en algo en mayor o menor medida. Por ello, debemos juntar nuestras manos, unir todas nuestras fuerzas y formar el gran arco iris de colores de la diversidad.
Porque ser diferentes nos hace ser iguales.
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